martes, 28 de febrero de 2017

Últimas cortesías



EL HOMBRE arrojó una palada de tierra y recién entonces se dio cuenta de que la mujer conservaba los ojos abiertos. Sin pensarlo, clavó la pala en el suelo y descendió al pozo. Una, dos, tres veces pasó su mano por aquellos ojos que, en otras tantas ocasiones, volvieron a abrirse. Bufó. Durante veinte años ella nunca le había dado el brazo a torcer, y pese a las limitaciones de su nueva circunstancia, parecía dispuesta a seguir con su costumbre. El hombre, incapaz de resignarse a esta última derrota por pequeña que fuese, salió de la fosa raudamente. Tras desordenar media casa, regresó con el pegamento que su mujer le había encargado comprar. Leyó el prospecto, le cerró los ojos y, manteniéndolos apretados, los colmó de adhesivo. Cinco minutos después, al retirar la mano, la mujer volvió a abrir los ojos con el añadido de que se clavaron, viva e intensamente, en los suyos. El hombre profirió un alarido al tiempo que una palada de tierra golpeaba su rostro. Pensó que era eso lo que súbitamente le vedaba la visión, pero, tras recibir una segunda palada, la mujer dijo:
—Yo tampoco quería que te entrase tierra en los ojos.
Safe Creative #1701200405808

Foto © Desconocido
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6 comentarios:

Sara dijo...

Parece que hay odios que duran hasta la muerte... Pero incluso en ese particular "duelo al sol" subyace siempre un poco de ternura, ¿no te parece?

Besos.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Algo de ternura hay, Sara, y de ironía, claro; cuál de las dos prevalece, ya es cuestión del lector ;)

Saludos cordiales

Ángeles dijo...

Así que ella le había encargado comprar el pegamento, ¿eh? Vaya, vaya... :D

Este cuento parece llevar al extremo aquello de "genio y figura hasta la sepultura". Aunque habría que añadir "Y más allá".

A Poe le habría encantado.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Ángeles, por lo del pegamento se ve que era una mujer previsora, ¿no? Y en cuanto a lo de "a Poe le habría encantado", pero ¡qué cosas decís! ;) ¡Muchas gracias! :)

Saludos funambulescos

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Me ha resultado espeluznante. En el buen sentido claro.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Miguel Ángel.

Saludos cordiales

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