FRENTE al cadáver embalsamado de su esposa, el taxidermista sirve a media tarde el té para ambos, y comienza a hablar del clima, de la carta de José contándole lo nerviosa que estaba Laurita en su primer día en el jardín, de cómo ha subido el precio del pan y la carne. La mujer, que continúa siendo hermosa y coqueta, pareciera oírlo con el cariño atento de siempre. Al cabo, el perro interrumpe el monólogo rascando la puerta para salir; entonces, el hombre se levanta, le da un beso en la mejilla a su señora, y mientras dice “Beppo, ¡aguantá un poquito!”, retira las dos tazas de té vacías.
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Aprovecho la ocasión para comunicarles que mi relato En una maldita trinchera ha sido publicado en La Esfera Cultural; y para, mucho más importante, desearles a todos, reincidentes y distraídos, ¡un Muy Feliz y Próspero Año Nuevo!
Muchas gracias por estar.
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